Una carrera ferozmente competitiva por el Más Valioso de la NBA sigue siendo uno de los grandes debates en bares deportivos en todo Estados Unidos. Coloca a los puristas contra los apasionados de las estadísticas, aquellos que idolatran a los súper héroes y sus actuaciones individuales contra aquellos que valoran el juego de equipo; las actuaciones de estrellas icónicas de la NBA contra los aficionados a quienes les gusta un poco de novedad cuando la NBA entrega trofeos. La carrera entre Westbrook, Harden y Leonard del año pasado fue un resumen de todo lo anterior. Fue el definitivo test de Rorschach en la NBA y la respuesta de cada persona a la pregunta de: “¿Quién es el Más Valioso?” daba mucho a entender de la forma en la cual ven la Liga.

Sin embargo, hay años en los cuales cada cuerpo celestial en el universo del baloncesto se alinea en favor de un solo talento de la NBA. Recuerden el caso de 2016, cuando Stephen Curry barrió las votaciones como el primer Jugador Más Valioso de forma unánime, gracias a la mayor temporada de encestes que este deporte jamás haya presenciado.

Tal es el caso de esta temporada, en el cual hay una súper estrella de la NBA que puede ufanarse de contar con las estadísticas más impresionantes (tanto las tradicionales como las más novedosas) y quien puede contar un relato a los votantes que demuestra su crecimiento y madurez personal. Su equipo está en la cima de la pizarra y ha superado todas las expectativas con creces. Y en cuanto a los criterios intangibles que rodean a este premio, el jugador definitivamente cuenta con el aspecto digno de un MVP.

De no ocurrir algún acontecimiento sorpresivo durante la quinta parte final de la campaña regular, contaríamos con una votación abrumadora para la campaña perteneciente a James Edward Harden Jr.